viernes, 29 de junio de 2012

impresión.sensación

Puedo escuchar el sonido del mar desde mi cama, pero no es el mar, es el río. Y como esta, un millón de incoherencias me retumban en la cabecita. Son miedos, curiosidades, desafíos. Adelanto ahora mismo que todo lo que cuento y siento: como sabéis; está impregnado de mi visión, mi visión "afortunada" y occidental (muy a mi pesar, y a pesar de mis esfuerzos para que no sea así) y curiosa y reivindicativa, pasional y sesgada.

Guayaquil, La Perla del Pacífico, tierra de revolución, ahora es una ciudad mansa. Fue la primera ciudad ecuatoriana en conseguir la independencia de España, "con dos cojones".  Puerto principal del país estuvo marcado, como es común en ciudades porteñas, por el aperturismo ideológico. Antes de llegar leía sobre  Guayaquil que era la ciudad más moderna de Ecuador y la más "progre" o liberal en términos ideológicos. Tengo la suerte de haber conocido a algunos de los que hacen que se saque esa conclusión de la ciudad, pero el estándar guayaquileño (a sabiendas de lo que significan este tipo de generalizaciones) no me parece para nada de ese tipo.  El alcalde de la municipalidad desde el año 2000 es Jaime Nebot, del Partido Social Cristiano, de tendencia conservadora y católica; cuenta con un gran apoyo ciudadano por haber puesto en marcha algunos proyectos. Entre otros, destacó la obra del Malecón 2000, suntuoso paseo marítimo por el que pasean los que pueden llegar hasta el. Por cierto, su hermano es mi vecino, vive en la casa de enfrente  y tiene dos carros: un mercedes y un BMW descapotable, eso es lo que sé de él. La parte buena de su presencia en nuestra calle es que tenemos seguridad privada en la mismísima puerta y en ocasiones es un alivio... Lo que de momento me está "matando" es el tema cultural... He conocido a un poeta, un fotógrafo, un longboarder, una bailarina de danza del vientre...; ecuatorianos todos.  He estado en un concierto de jazz, he ido a ver varias películas del ciclo Eurocine, en un rato me voy a teatro, el sábado es la marcha del orgullo (LGBT), he salido de fiesta claro (aunque todavía no he bailado salsa y lo necesito). Igual estoy exagerando con lo de que no es una ciudad cultural... Sólo llevo dos semanas aquí, párenme los pies, amigos, que me pongo brava.

Estos días, reflexionando con Pablo y Randall, pensábamos en lo bueno de salir de casa y de tener nuevas experiencias en nuevos lugares. Pero... Nosotros, afortunados, esto sí es un privilegio. Y me puse a pensar en los que dejaban sus casas y se embarcaban en grandes buques, exiliados, obreros, buscavidas, polizones. En mis vecinos senegaleses que dejaron su tierra y cruzaron el estrecho en cayuco. En los que se alejan de sus casas y nunca más pueden volver. En los exiliados ambientales, que han sufrido en sus tierras lo que los consumidores hemos provocado. He pensado en las mujeres rusas que aceptan un contrato pensado que tendrán un buen trabajo y no regresan, esclavas sexuales. En los trabajadores indios que construyen los oasis en Dubai, sin pasaporte para que no se marchen hasta que no terminen su tarea. En el tráfico y la trata de personas, en el llanto, la pena, la nostalgia del pasado que nunca más volverá.

¿Sería yo valiente entonces para emprender el viaje?


Mando esta vez la chispa que inicia el debate, y también besos, muchos besos.

2 comentarios:

  1. Me encanta la entrada. Pero que cojones es "pila", y evidentemente no me refiero ni al generedor de corriente eléctrica, ni a la Pieza grande de piedra u otra materia,cóncava y profunda,donde cae o se echa el agua para varios usos, ni al montón o cúmulo que se hace poniendo una sobre otra las piezas o porciones de que consta algo.

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  2. Yo también te he preguntado hace dos minutos qué es "pila". Pero eso no importa un carajo. Lo que importa es que esta entrada es preciosa Beiglius...

    me quedo con la frase "en mis vecinos senegaleses, que cruzaron el estrecho en cayuco".

    Te quiero, mil besos desde Meco.

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