miércoles, 3 de agosto de 2011

Llega el final


Tiempo sin escribir, y me he dejado muchas cosas por contar.


Visité Tarapoto, Yurimaguas y Moyobamba. Me deleité con los ricos tacachos con cecina de la selva, me bañé en agua helada en las cascadas de Lahuarpía, observé a zarandeantes colibrís, olí dulces y coloreadas orquídeas, bailé reggaetón pegajoso en las afueras de la ciudad, fumé puchos Caribe y a ratos cuidé a un bebé grande. También pasé por Huaraz, con sus cerros imperiales, sus lagunas de agua cristalina, sus antiguos vestigios chavín, sus chullos luminosos. Además probé un chifa increíble (¿?), me reí con los de siempre, y entraron en mi vida nuevas amistades, sudé cómo hacía tiempo que no sudaba para subir la Laguna 69, pero llegué y me sentí orgullosa de mi físico (jaja). Para terminar, semana final en Paracas, buen rollo, sol, amor, artesanía, tranquilidad, palabras bonitas, oídos atentos, la brisa del mar…



Ahora me queda pensar en una conclusión final, una idea que cierre un periodo, unas palabras para decir adiós, una mirada que explique lo que siento. Son demasiados los agradecimientos que tengo que dar, demasiados “abrazos rotos”, mucha gente importante que se queda en mi corazoncito. Han pasado cosas buenas (buenazas!) y cosas no tan agradables. Ha habido momentos de ternura, de pasión, de tranquilidad, de llanto, de amor y des-amor, de amistad intensa, de confianza mutua. Tengo demasiados nombres en mi mente, un gran batiburrillo, un exceso de emociones, el corazón late fuerte y nervioso; pero… un-dos-tres-chás.




Os quiero.

Perú, creo que me tendrás aquí otra vez, cuando el viento sople en esa dirección.

jueves, 16 de junio de 2011

INDIGNACIÓN AL CUADRADO

Desde lejos, me sentí orgullosa de formar parte de ese GRAN país, ahora unido por una GRAN causa. Sentí furia, sentí rabia; por no estar ahí con los míos, por no poder luchar desde dentro. Por primera vez, grité un coro a favor de España, algo que siempre me había avergonzado un poco, no por el hecho en sí, sino más bien por a lo que suele asociarse muchas veces. Y ahí estaba yo, delante de la Embajada de España en Lima, coreando en grupo después de haber inventado el lema: España, amiga, todo el mundo te anima. Mucha gente y muy buenas propuestas. A veces ambiguas o poco descritas; sí, es verdad; pero estudiadas y trabajadas en asambleas formadas por todo tipo de gente. Hubo muchos que quisieron tachar al movimiento de perrofláutico, pero sólo hizo falta echar un vistazo entre la multitud, para darse cuenta de que esas tachas tan sólo fueron una manipulación mediática; otra más, no me sorprende, pero me indigna. Y es que ya son demasiados los motivos que indignan, las razones para el hartazgo, la desesperanza reinante, el miedo a no querer formar parte de esto.


La queja popular surge entorno a la mala gestión de la crisis. Crisis generada por el sistema capitalista, crisis que tiene como origen la fraudulenta e ilegal actividad de bancos y arcas públicas de los estados. Crisis que sólo ha puesto en el ojo del huracán a los débiles, a los inocentes, a los que se esfuerzan y luchan día a día. Crisis que ha dejado unos índices de desempleo elevados y duraderos; crisis que sólo ha servido para agrandar la brecha entre norte y sur, entre pobres y ricos, entre dominantes y dominados; una vez más. La respuesta popular ha sido clara y contundente: esto NO puede seguir así, el sistema se cae por su propio peso, es necesaria una revisión del funcionamiento del mundo, nosotros podemos apuntar más alto porque esto no es lo que nos prometieron de la “venerada democracia”. De hecho, no pensamos ser un rebaño de ovejas que asiente sin reflexionar, de hecho, sabemos que esto no es democracia. Pero lo que más preocupa es si “ellos” lo saben, si es que los que “dominan” el mundo tienen problemas conceptuales de tal magnitud, si ellos son los que no han leído a Platón, si es que en el fondo los que “tienen” el poder son los más incultos, los menos sabios, los menos capaces. Y la preocupación se torna certeza cuándo ineptos de la talla de Felip Puig, o Strauss-Kahn, o Gadafi, o Botín (y ese larguísimo etcétera) están por ahí liderando el mundo (aunque con suerte a algunos les van sacando sus trapos sucios a relucir); y mientras, arrestan a los indignados, y Assange tiene una orden de arresto domiciliario por supuesto acoso sexual.


El mundo al revés, el mundo a “sus” pies.

sábado, 11 de junio de 2011

Paracas y Huacachina.






El último plan tuvo lugar en el paraíso. Mis acompañantes: David, Daniel y Antti, muy buena compañía.

Salimos el jueves 2 de junio en la mañana temprano. Conmigo viajaba, además, una intensa migraña (¿o mejor llamarlo simple y llanamente resaca?). El tramo de autobús se me hizo corto, seguramente porque todo el rato fui durmiendo; pero cuando llegamos a Pisco mi cabecita ya estaba lúcida. Conocimos a Johnny justo bajando del autobús, ¡un gran tipo! Nos llevó a conocer la Reserva Nacional de Paracas. Después de seguir un camino largo de color amarillo pálido, aterrizamos en la luna. Un sinfín de cráteres grisáceos y amarillentos ante nuestros ojos atónitos. Caminamos largo rato, paseamos por las playas desérticas de Yumaque y Supay, a lo lejos contemplamos “La Catedral”, una formación natural de roca que contuvo una gran bóveda subterránea hasta que en el año 2007 el fatídico terremoto la desplomó. Después estuvimos en el pequeño pueblo de Paracas, un rinconcito acogedor y tranquilo, aldea de turistas y pescadores; y conocimos al apuesto “Franco-el-artesano”. Además degustamos una magnífica sopa de cangrejo y también un riquísimo ceviche mixto (ñam.ñam). A la mañana siguiente un pequeño barquito nos llevó a inspeccionar las Islas Ballestas. Allí se encuentran varios deleites para el ojo humano. Primero la formación de El Candelabro, un geoglifo de 120 metros, que parece tener una estrecha vinculación con las Líneas de Nazca. Después su enorme cantidad de flamencos, pelícanos, cóndores, gaviotas y pingüinos de Humboldt. Éstos son los artífices del famoso guano, que es la acumulación masiva de excrementos, que ha sido una importante fuente de riqueza en el pasado debido a su utilización como fertilizante agrícola. Y por último los señoriales lobos marinos que descansan en las rocas. Me enteré de que son animales con costumbres arabescas ya que el señor lobo cuenta con un harén de unas 18 señoras lobas para disfrutar a su antojo.

El segundo destino fue Huacachina, para ello: taxi hasta la carretera central, espera en la polvorienta vía acompañada de risas con los niños curiosos que salían del cole, autobús hasta la estación central de Ica, taxi hasta el destino, por fin llegada al mágico pueblo de la Huacachina. Se trata de un pueblito construido alrededor de una laguna y unas palmeras que forman un oasis natural. Todo lo que rodea a Huacachina es la inmensidad del desierto con sus gigantescas dunas. Aterrizamos en un bonito hostal de mochileros, el Bananas, que a nuestra llegada nos anunció que en hora y media salía la excursión al desierto: bien, estamos listos para la acción. La actividad más famosa es el sandboard, para ello se viaja a todo gas por las dunas en un carrito muy gracioso llamado boggie. Así, el boggie se sitúa en la cima de la duna y desciendes en picado y a toda velocidad por la arena; y entonces te viene a recoger. Son unas 10 bajadas, que van incrementando su altitud, Antonio el guía nos comentó que la última es un descenso de 500 metros. Cuando estaba en lo alto de la última bajada, miré al horizonte y me entró un pequeño ataque de pánico-vértigo; pero no había otra opción que deslizarse, ¡bendita sed de adrenalina que puede con todo! Noche de fiesta en buena compañía con otros errantes, diversión asegurada con el juego del rey e indignación ante ebrios viajeros procedentes de Holanda. Despertar en el oasis es un gusto para el cuerpo, hamacas listas para volver a tumbarse deleitando el paladar con un rico desayuno y un buen libro para la mente cansada pero curiosa. Visitamos la ciudad de Ica en la tarde, un lugar ensordecedor, movidísimo, lleno de vida y color, y olor a anticucho. Compramos películas fake en una de las múltiples tiendas de “venta de descargas ilegales”, si la Ministra Sinde lo viera se desmayaría de la impresión. Después búsqueda de ron en las tiendas, debido a la ley seca por elecciones fue un poco difícil, pero ya se sabe: los gringos no tenemos que votar, no vamos a molestar a nadie!

Llegó el último día del viaje, despertar, disfrutar de los últimos rayitos de sol y correr a la estación central de Ica para tomar el autobús que nos dejaría en Chincha. Esa parada tiene razón de ser, ya que decidimos parar en algún lugar para almorzar y conocer un poquito más. Chincha es la capital de la música afroperuana, pero en pleno auge de elecciones y a las dos de la tarde fue imposible dar con un concierto… Caminamos para ver aquello que es lo que antes de viajar al Perú te imaginas. Cierto desorden y caos en Chincha. Comimos por 5 soles un magnífico menú en un sitio cutre, alejado del centro, pero riquísimo y regentado por personas increíblemente amables. Aquí es cuando me empezó a invadir la sensación de que el viaje terminaba. Final de trayecto en autobús hasta Lima y llegada a casa, cansadísima pero contenta de conocer un poquito más este ALUCIANTE PAÍS.

lunes, 16 de mayo de 2011

Cantagallo.





Este sábado he pasado un buen rato en Cantagallo. Se trata de un asentamiento urbano ubicado en el distrito del Rímac, en la provincia de Lima; a tan sólo 15 minutos de la Catedral de Lima caminando. Está muy cerca del precioso Mercado de las Flores, entre éste y el Río Rímac; y limita con el Cercado de Lima y la zona tradicional de los Barrios Altos. En el año 2000, 14 familias llegaron a Lima desde la región de Ucayali con el objetivo de vender sus artesanías en la capital, y ya nunca más volvieron a su tierra fértil y selvática; se instalaron en la selva de asfalto. Ahora son cerca de 70 familias instaladas en la parte alta de Cantagallo. Ellos forman parte del pueblo indígena Shipibo-konibo, que actualmente se encuentra principalmente ubicado en la ciudad y alrededores de Pucallpa y Yarinacocha. Con un total de 20 178 individuos censados, los shipibo-conibo representan 8,42% de la población indígena censada.

Allí viven, olvidados por los políticos y los agentes de poder. Algunos se acercaron allí durante la campaña política, pero las promesas, se han quedado en eso. Después de subir una empinada escalinata empedrada de forma irregular y ciertamente peligrosa se llega al tercer nivel de Cantagallo. Allí, entre basura, polvo y desperdicios; varias casas de madera, sin agua potable. Los niños chapucean en las aguas contaminadas del Río Rímac, campan a sus anchas por las polvorientas calles, ríen, cantan, sueñan. Las vistas hacia el centro de la ciudad por un lado y por el otro el impresionante Cerro de San Cristóbal, con sus casitas de colores y su cruz presidiendo allá en lo alto.

Me quedo con esas sonrisas tímidas y esas cálidas manos. Me quedo con la ilusión que desprenden sólo por verse reflejados en la pantalla de la cámara de fotos. Me quedo con sus risas y sus llantos. Su orgullo de ser shipibos, su adaptación, y la ausencia de odio o rabia por tenernos allí mareándoles en su nuevo hogar.

Os dejo una página con algo de info: www.peruecologico.com.pe/etnias_shipibo.htm

Y un resumen de un documental sobre Cantagallo: www.youtube.com/watch?v=KjhvbJn0PtA

domingo, 8 de mayo de 2011

Viaje de hermanos :)



Diez intensos días, llenos de vida, llenos de cariño. Es la primera vez, que estando lejos, un trocito de mí se ha plantado a mi lado; y los dos clones marcianos hemos caminado juntos por lugares que nunca habíamos planeado. Primero Lima y compartir mi nueva vida; y visitar la ciudad, y enseñar algunos entresijos dignos de una buena comedia. También sobrevolar el Océano Pacífico, a orillas del barranco que se impone en las aguas de la ciudad de Lima, en parapente. ¡Qué lindo observar cómo el marciano alucinaba con la rutina limeña! Orgullo de que sea él, a pesar de las diferencias que se pasan por alto, porque por nuestras venas corre la misma sangre.
Después transcurrieron cinco intensos días, llenos de emociones, de cansancio, de observar con los ojos abiertos un sinfín de novedades. Algunos de los más ricos tesoros del mundo a nuestros pies, los documentales de la 2 pasaban ahora por la realidad de nuestras retinas. Primero la ciudad del Cusco, con sus ruinas, sus edificios señoriales que perduran desde la época de la conquista, y algunos ojos rencorosos que nos recordaban que nosotros descendíamos de aquéllos que habían expoliado a la comunidad inka y habían destruido ejemplares mucho más espectaculares de los que nuestros ojos estaban disfrutando. Un día en el Valle Sagrado de los Inkas, caminando por las imperiales ruinas, que le dejan a uno sin aliento, subiendo por empinadas escalinatas, construcciones perfectas e inteligentes, arte urbano en medio de un entorno rural. Pisac me recordó el expolio de la plata que me describió Galeano en Las venas abiertas de América Latina, su mercado a rebosar de detalles plateados; y alpaca por supuesto. Ollantaytambo me dejó impresionada con su refrigerador y con el perfil del inka esculpido de forma natural al límite de la montaña. Y por fin, Machu Picchu. Todas las fotos que admiré en google, ahora estaban en vivo y directo alrededor de mis ojos, increíble estampa, impresionante historia. Los guías, hacían retumbar en mis oídos una y otra vez los tres pilares incas: no mentirás, no robarás, no serás ocioso. Ahora mismo se ha quedado un batiburrillo en mi cabeza: la chacana, los tres niveles, Manco Cápac, el Inti Raymi, Pachacutec… Lo que me recuerda que debo leer un libro de historia inka, para que no haya más dudas.
Cuarto día y un largo viaje en autobús, de Cusco a Puno, pasando por varios pueblitos que derrochaban magia. Obligatorio mate de coca para el soroche (mal de altura), y a nuestro paso el cambio paisajístico: de ceja de selva al altiplano andino. Y ya al fin llegamos a Puno y probamos el cuy, ¡qué lástima! Última parada: Puno y su Lago Titicaca. En el Lago visitamos las Islas de los Uros y nos vestimos con sus ropas, navegamos en sus barcas y compramos sus artesanías. Parece un cuento, una mezcla clara de realidad y ficción turística; un poco de engaño, pero con imaginación te sientes en una verdadera comunidad Aymara. Luego la Isla de Taquile nos hizo sacar hasta los higadillos, cuesta arriba, cuesta abajo, a 3800 metros por encima del nivel del mar. Muchos paseos en barquito, agradable brisa del Lago más grande a tanta altitud con respecto al mar.

Y eso fue todo. Ahora un poco triste, porque mi marcianito se ha ido. Pero con planes, nuevas responsabilidades y ganas de que todo siga como una espiral, rodando, rodando, rodando…

lunes, 11 de abril de 2011

Río abajo lo veré ♫




Los últimos días de marzo fueron asombrosos. Marta, David y yo decidimos comprar unos billetes a la ciudad de Iquitos, en el corazón de la selva. Conseguimos un contacto para realizar un tour de 5 días inmersos en la vegetación de la jungla, y así fue, bien adentro y a orillas del río Cumaceba.

Llegamos a Iquitos después de una noche prácticamente inexistente, hora y media de sueño. Al llegar y descender por las escaleras del avión el cuerpo empezó a notar el cambio de clima. Un sol apabullante, una humedad aproximada del 85%. Un pequeño pero amable aeropuerto representaba el inicio de una gran aventura: Bienvenidos a la selva!! Allí nos esperaba Gary, el que fue nuestro guía y se convirtió en nuestro amigo. La mañana transcurrió y no podía ni pestañear, porque quería ver todo lo que me rodeaba. Las calles de Iquitos son un caos, los motocarros se han convertido en los dueños y señores de todos los caminos. Ya en este momento los mosquitos empezaron a degustar nuestra dulce sangre, y no pararon hasta dejarnos secos. Por la tarde tuvimos la suerte de ir a la Laguna de Quistococha. Se trata de un lugar muy popular, y al ser domingo estaba lleno de lugareños disfrutando del día. Para empezar disfrutamos de un rico juane, un plato típico de la selva a base de arroz y pescado, todo al vapor cocinado dentro de una hoja de platanero. Después visitamos el zoológico de Quistococha, en pequeñas jaulas había monos, jaguares, loros, caimanes… Hasta llegar a la playa artificial en la laguna, como sardinas en lata chapoteaban en la orilla grupos de jóvenes y niños y familias y parejas. La gente disfrutaba a la sombra de chelas heladas y comida en tuperwares. De golpe, empezó a llover, durante 40 minutos sin pausa. Y nadie salió del agua, y el arcoíris nos acompañó largo rato. Más tarde, ya en Iquitos, nos dedicamos a probar bebidas de la zona amazónica, recomiendo el shot de Siete raíces. Se trata de un trago muy fuerte, raíces de árboles que crecen en la selva y se dejan macerar largo tiempo; dos de esos son equivalentes a 15 cervezas, o eso me pareció….

Al día siguiente salimos pronto en dirección a Nauta, un pueblo situado a la orilla del río Marañón. Desde allí surcamos en bote el río, durante tres horas. En las riberas se veían casitas de madera construidas a dos metros del suelo, grupos de pescadores en canoas, mujeres lavando la ropa y una vegetación verde y exuberante. Por fin llegamos al lodge, lo que se convertiría en nuestro santuario durante cinco días. Y digo santuario porque este era el único lugar a salvo de mosquitos; más bien sólo la cama que estaba disfrazada con una tupida mosquitera. Todos los días fueron iguales, pero cada cual más increíble. Desayuno fuerte y salida en la mañana, comida rica y salida en la tarde, cena tranquila y salida nocturna. Casi todas las excursiones las hicimos en bote ya que Gary se dio cuenta de que nuestra sangre en época de crecida del agua no es compatible con la abundancia de mosquitos asesinos. Encontramos a un lindo perezoso, que se mueve tranquilo porque es básicamente un animal que anda borracho todo el día. Un caimán, una tarántula y una serpiente estuvieron en mis manos. A lo lejos, delfines rosados, un delfín de rio que habita en la cuenca amazónica. Baño en el rio Cumaceba, y varios intentos para subir a un árbol y hacer de tarzán. Pesca de pirañas, que al final resultó no tener éxito. Varias visitas a Puerto Miguel, un pueblito en la selva con construcciones de madera separadas del suelo ya que cuando sube el agua es necesario transportarse en bote, incluso para comprar el pan. Tienen escuela, centro de artesanías, dos iglesias, tiendecitas varias, y unos 2000 habitantes. Allí había grupitos de personas que hablaban y se abanicaban, juegos de vóley, muchos niños que corrían por las calles con una sonrisa en los labios, mujeres jóvenes pero arrugadas por el esfuerzo de la vida en la selva, hombres musculosos por lo duro del trabajo diario. También allí hubo una fiesta, sonó Lady Gaga en Puerto Miguel y la cerveza amenizó el resto. Ya el viernes, con una sensación muy mezclada de tristeza y alegría abandonamos la selva pura. Tristeza porque allí nos juntamos un grupo muy divertido internacionalperuano, los guías eran geniales, y la tranquilidad conmovedora. Alegría porque las condiciones son difíciles, para mí, chica de ciudad, y porque los mosquitos no dejaron ni un solo centímetro de mi cuerpo sin picaduras (incluso en los párpados me picaron los salvajes!).

Para terminar, fiesta en Iquitos y visita a Belén. Belén es la barriada más pobre de Iquitos, la Venecia peruana. Casitas de madera y calles de agua, suciedad pero alegría. Los niños jugaban en el agua putrefacta, divertidos y risueños. Salía música de los interiores de las casas, se veían televisiones encendidas y ropa tendida de todos los colores. Empezaba a llegar el final, sólo quedaban unas horas. Y aprovechamos para pasear por la ciudad, comer rico y sentarnos en el malecón a ver pasar a la gente. Así, y ya de repente, el final del viaje. Retraso del avión acompañado de muchas risas en la espera. Y llegada a Lima, exhausta.

sábado, 26 de marzo de 2011

Qué chévere.



Lima y su gente me han acogido bien. Mis ojos sobrevuelan la ciudad desde el décimo piso, en la cuadra 45 de la Avenida Arequipa. Una cortina espesa de bruma tapa la ciudad en este momento, pero hay días con vistas espléndidas, de 360 grados si me muevo por el departamento. Desde aquí puedo contemplar la Huaca Pucllana, una estructura piramidal que data aproximadamente del 100 al 650 d.C. También se deja ver en alguna ocasión la Isla de San Lorenzo, allí a lo lejos alta y firme; es una islita que se encuentra en las orillas de Callao. La ciudad de Callao forma parte de la Lima metropolitana, ya que debido a la población del territorio ambas ciudades se anexionaron. Me encuentro en el barrio de Miraflores, un distrito conocido por ser uno de los más turísticos de Lima. Se puede descubrir todo aquí, es seguro e irradia una combinación extraña de esencias que me llenan de curiosidad. Las personas se amontonan en las calles, de acá para allá, parece que van sin rumbo y sin prisa.


El tráfico es terrible, el ruido a veces ensordecedor; el claxon suena y suena, sin parar. Las llamadas combis (microbuses asesinos) hacen carreras de velocidad en las calles, sin descanso. Los cobradores gritan los destinos sin pausa, en busca de algún despistado que no encuentre el camino que anda buscando. Empieza la aventura en ese preciso momento en el que decides subir a un combi (toda la Arequipa, Wilson, Tacna, Wilson, Arequipa, Arequipa!). Cierto desorden conmovedor.


La Universidad de Lima se ha volcado para conseguirnos todo lo que necesitamos. Hablo en plural porque somos unos veinte estudiantes de intercambio, y además hemos hecho buenas migas y estamos de acá para allá. Además de otros tantos encantadores seres que comparten momento bonitos, que nos ayudan a descubrir la Lima de verdad; para conocer lo que no es patrimonio exclusivo de nosotros los gringos. De momento he conocido algunas comidas que me estallan en la boca y me embriagan de sabor. He bailado en varios conciertos, y disfrutado de unas chelas frías frente al agitado Océano Pacífico. Me he soltado la melena con algunos pasitos de salsa, y estoy dispuesta a empezar un curso de danzas andinas. He conocido algo de historia actual peruana, información sobre el terrorismo en Perú desde los ochenta, fotos, películas y lo más importante, que son los testimonios.


Mañana salimos muy pronto en dirección a Iquitos, una ciudad que se encuentra en la orilla del Río Amazonas, al norte del Perú. Vamos a estar una semana en la selva, haremos un tour con unos guías recomendados y nadaremos entre pirañas. Comer caimán y probar gusanos son actividades que están previstas, adentrarnos en la selva para conocer la flora y la fauna.

Hakunamatata! :)

domingo, 13 de marzo de 2011

Nueva misión.

Sólo falta un día, y me voy. Otra vez el gusanillo en el estómago, lo amargo de las despedidas y el miedo de la cuenta atrás. Como de costumbre en los últimos días empiezo a tejer una trama que me lleva al mundo de la imaginación y me deja exhausta. Ahora se mezclan los sueños, ahora y por fin: empieza la acción.

Estos meses han sido cálidos a pesar del frío, el cobijo que me brindan los míos ha sido mágico. Volver a casa, a las rutinas y a la tranquilidad me ha dado fuerza, me ha dado ánimo, me ha dado mecha para seguir errando otra vez. No hay palabras para describir vuestra energía, vuestro buen entender y mucho escuchar. Todos y cada uno de vosotros, los de siempre, los que no os vais nunca, los que me dais serenidad. Éstos han sido cuatro meses de pausa positiva, tiempo de regar las plantas que a veces entre bambalinas dejo marchitar sin querer. A todos vosotros, mis tulipanes que ahora estáis grandes y coloridos, gracias por no dejar de regarme nunca

Los focos alumbran un nuevo escenario, la luz empieza a enfocar con nitidez a la ciudad de Lima; próximo destino. Estoy sola en el escenario pero me rodean muchos perfiles, todavía borrosos. Veo en esa trama mucho colorido, luz y magia. Y de momento hasta aquí puedo contar. Pronto vuelvo, y relato la historia de mi nuevo plan: aventuras peruanas.

Un, dos, tres: Acción!

sábado, 15 de enero de 2011

cierta reflexión.


Llevo unos días enredada en una espiral de la que no consigo salir. He decidido internarme en aguas profundas de la historia de América Latina, y me lleva a mundos fantásticos y a realidades estremecedoras.

He empezado a leer Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, por fin. Tras distintas inmersiones en el terreno tanto físico como metafísico sobre el tema ahora las ideas van adoptando un orden y un sentido cada vez más claro. En las diversas expediciones sobre el terreno que he tenido la ocasión de vivir se me amontonaban las preguntas. Observar me daba el placer de percibir reproducciones que se me antojaban muy familiares y otras ante las que reaccionaba con cierta sorpresa. Hubo rabia y admiración, optimismo y tristeza; pero sobretodo cercanía.

Además he animado la entrada en el círculo latino leyendo la guía Lonely Planet de Perú. La historia de un país exuberante y ejemplar; que me va a dar en poco tiempo la oportunidad de conocerlo. La historia de un país plagado de maravillas, repleto de vida y que rebosó recursos naturales. Un terreno fértil y basto que albergó extensos asentamientos de humanos desde aproximadamente el 12.000 a.C.. Un territorio que puede presumir de ser un tesoro, un lugar rico en cultura, donde todavía persisten las tradiciones. Los incas vieron el esplendor de su civilización en tierras peruanas allá entre los siglos XII y XV; pero por allí ya habían pasado un sinfín de comunidades que habían ido dejando huella. La llegada de Pizarro marcó el inicio de un proceso devastador de persecución de los indígenas y expolio de los recursos.

Aquí es donde empieza la investigación, este es el punto que aborda Galeano. A partir de ahí empieza un verdadero ensayo maestro (hasta donde he leído), a partir del cual intenta deshacer el hilo tejido para revelar “los secretos” de la mal gestionada y egoísta incursión colonial. Aunque de antemano acepto que estoy asombrada con la lectura, dejo para cuando lo haya terminado la conclusión y la opinión.

Y ya para terminar, recomiendo una película relacionada con el tema: la nominada a los Óscar También la lluvia de Icíar Bollaín. Contrastes del pasado y el presente, que giran en torno a la misma idea: nos sigue aprisionando el mismo yugo. El antes estuvo marcado por el Oro, el ahora está marcado por los dólares: y ambos están marcados por la falta de principios y valores. Siempre existe alguno capaz de dar un paso atrás en el último momento, siempre hay alguien dispuesto a luchar. Salí de la sala esperanzada de ver que todavía existe quien se preocupa por algo por lo que vale luchar. El contexto es brillante, la lucha por el agua, el repudio a la privatización.


(la foto pertenece a los niños de la calle que estaban asistiendo al curso de verano en Mi Caleta en Quito, con el objetivo de evitar la explotación diaria en las calles de la ciudad. Haciendo mención a la primera parte del libro de Galeano: Ciento veinte millones de niños en el centro de la tormenta)

Que quede entre nosotros.