martes, 16 de octubre de 2012

Octubre 2012


Hace días que no escribo y no ha sido por falta de estímulos, sino más bien por falta de creatividad. Está siendo una de esas épocas, en las que a pesar de “todo estar bien” se me ha secado la sesera. Más en ese sentido de vacío existencial de la imaginación. Sí, bien extraño en mi inquieta cabeza, pero he decidido intentarlo hoy de nuevo.

Ha pasado tiempo y por eso no sé por dónde empezar. ¿Desde el principio? ¿O sólo lo que me apetece contar? Dejé de escribir después de la Isla de Puná, y desde ahí he visitado: Montañita (otra s dos veces), Bahía de Caráquez, Baños, Quilotoa, Riobamba, Colta. He pasado por Jipijapa, Portoviejo, Ambato, Latacunga, Santa Elena. He pasado frío y calor, he sudado, ha llovido; me he puesto las botas de montaña y las chanclas de playa, bañado en las aguas del Pacífico. He hecho mi último examen de la carrera, me he doblelicenciado. En este tiempo he conocido a gente, durante este rato ha habido grandes ausencias. Me he propuesto subir al cerro tres veces por semana en varias ocasiones y sólo lo he conseguido hacer un día. He tomado un curso de danza afroecuatoriana: de marimba y mapelé. En estos meses han empezado los voluntariados en la UCG, y casi están por terminar. He probado el yahuarlocro y me he hecho fan del llapingacho. Guayaquil ha estado festejando su día de la independencia, el 9 de octubre. Tengo nuevas compis de casa, que de momento suenan feo, pero todavía hay tiempo de que suenen bonito. Y ya tengo fecha de vuelta a España: 20 de febrero de 2013 si no se cumple ninguna profecía maya.


Pero bueno, me voy a quedar con la última salida, más que nada porque la tengo más fresca, más cerca. Salimos de Guayaquil Pablo, Leo y yo (Los Chuchaqui Crew) este jueves, dirección Latacunga. Llegamos a las 5 de la mañana y casi nos congelamos. Esperamos a los demás, en total nueve entre españoles y franceses. Ya con un cafecito en el cuerpo, muy temprano buscamos un bus que nos llevase a la Laguna de Quilotoa. Resulta que casi llegando a Zumbahua la carretera está cortada. Nos bajamos del bus, caminamos, la carretera deja de estar cortada, nos subimos al bus otra vez, llegamos a Zumbahua. Desde Zumbahua nos lleva el Señor Galo hasta Quilotoa; en este insufrible individuo no hay que confiar nunca mais. Por fin llegamos al camino de descenso del volcán. La Laguna de Quilotoa se encuentra dentro de un volcán que está activo pero la última erupción confirmada data de 1660. Se debe bajar un camino de unos 400 metros (el Volcán de Quilotoa tiene 3910 metros de altura). Desde arriba se vislumbra la laguna, de un color cambiante, a partir de la cual han nacido varias leyendas. No me atreví a subir caminando, entre la altura y mi forma física, el horno no está para bollos. Así que subí a caballo, después del choclo con queso y las cervezas al lado de la laguna. Tarde tranquila, noche al borde de la estufa de leña, desmayo nocturno sin explicación. Cena y desayuno espléndido en el Hostal Cabañas. Al día siguiente fuimos al mercado indígena de Zumbahua y fue una buena experiencia. Todos con sombrero, sin excepción. Es un mercado tradicional, nada turístico, van las familias a hacer su compra semanal. Me quedo con las miradas cómplices entre mujeres, y entre éstas y sus guaguas (bebés en quichua). Tomamos un bus hacia Latacunga, almuerzo, tomamos otro bus a Riobamba. Allí empieza el desmadre, unos se van otros se quedan. Cuatro nos quedamos en Riobamba y todo desvarió en bailes  de reggaetón y mojitos. Domingo dominguero, caminata por la Laguna de Colta; recomendable a medias. Retorno en bus, se fraguó el motín, los pasajeros no estaban dispuestos a pagar cinco dólares, o cuatro o nada. Viaje duro, sobre todo para Pablo. Llegada a Guayaquil.

Ahí está el relato del último viaje. Me propongo hoy escribir regularmente; pero no aseguro que salga, igual que con las subidas al cerro de mañana para sanear el cuerpo.



Os abrazo fuerte amigos.

jueves, 9 de agosto de 2012

ISLA ENCANTADA DE PUNÁ


La Isla de Puna me dejó serena, con su silencio, sus paisajes, sus oasis, y su linda gente. Sólo fue una noche, un fin de semana. Cuatro personas: Leo, Emma, Pablo et moi. Experiencia paradisíaca en la isla encantada de Puná.

Llegamos a Posorja para cruzar en  lancha a la isla. Posorja es una parroquia rural del cantón de Guayaquil, puerto pesquero que acoge una gran industria atunera y camaronera, principalmente. Se pueden ver barcos inmensos que salen por el Golfo de Guayaquil, con rumbo a cualquier parte del mundo, exportadores. Además se concentra  ahí una gran fábrica de atún, y con eso existe una gran contradicción (creo haber escuchado que el atún Isabel es  ecuatoriano, pero que como lo compran al vacío sin procesar, cuando llega a España y se enlata, se pone en ésta: atún español; aunque no lo sea… {acepto críticas}). Además de barcos gigantes también hay delfines, que nadan por las aguas del golfo, y tuvimos la suerte de verlos desde muuuy cerca; lindos cetáceos! J También navegamos surcando la orilla de la Isla de los Pájaros, diversos: pelícanos, patas azules, picudos… Preparamos una hoguera estupenda a la luz de las estrellas y Leo tocó su ukelele, cantamos canciones, y disfrutamos mucho del silencio.

Fue linda la llegada, el lugar, la comida, ¡qué relajo!  Nos recibieron en Estero de Boca, una de las cuatro comunidades de la isla. Las que más suerte han tenido son Bellavista y Cauchiche, que han recibido subvenciones del gobierno para construir algunas instalaciones necesarias como un puente para poder cruzar los esteros que separan a los pueblos de la playa. Así, Estero de Boca ha tenido que luchar contra viento y marea. Primero fueron el papá y mamá de Gladys Vera los que sacaron todo adelante, 12 hijos y fuerza y energía para seguir y no abandonar su querida Isla. Ahora, Gladys es la presidenta de la comunidad, ella salió de la isla para estudiar pero regresa todos los fines de semana para ir mejorando las cositas que le hacen falta a su querida comunidad. Nos invitaron a ver sus tierras, camaroneras, como un oasis en medio de un desierto. Conocimos a toda la familia, desde la abuelita de 92 años hasta Madeleine de unos 6. Brindamos con pilsener y comimos rico, en su finca preciosa. Las fiestas de la isla son el 21 de noviembre, si todo va bien, allí estaremos para celebrar que todavía queden lugares y personas tan lindas.




Hoy debía empezar el gran viaje de dos semanas, la exploración aventurera de la costa ecuatoriana. Pero al final no será hoy, sino dentro de una semana justamente, ni más ni menos. Algunos imprevistos, usuales en estas tierras, nos recomiendan que nos quedemos para no dejar a medias nuestra tarea. Así sea.




Saludos, besos, abrazos.


martes, 24 de julio de 2012

Cuenca tiene flow.


Santa Ana de los ríos de Cuenca llevó el nombre de Guapondelig en la etapa preincaica, un nombre cañarí que significa: “llanura amplia como el cielo”. Y eso es Cuenca, una imponente llanura, que se encuentra cerca del cielo, a 2550 metros por encima del nivel del mar aproximadamente. Además hemos tenido la suerte de disfrutar de un cielo despejado, azulito, conmovedor. Y de un sol fuerte que aunque se sienta rico me ha hecho sufrir, como de costumbre me hace el sol cuando pica.

Cuenca, en la Región Interandina de Ecuador, en la provincia de Azuay, me recuerda a España. Con sus calles agitadas, y bares llenos. Es una ciudad limpia, dicen que es la ciudad con el mejor nivel de vida de todo Sudamérica. Es una ciudad rica en cultura, la Atenas del Ecuador, repleta de arte urbano, museos, iniciativas artísticas, bares, buena música. Pero su historia deja bien claro el paso de grandes civilizaciones que marcaron el desarrollo de esta bonita ciudad. Las Ruinas de Tomebamba dejan al descubierto las tres grandes etapas, antes de la actual: la etapa cañarí, la etapa inca, y la etapa colonial. Una de las cosas que choca es la gran diversidad: las cholitas pasean vendiendo panela, los modernos gafapasta buscan farra en la Calle Larga, algunas familias de gringos han hecho suya la ciudad, los puestos de chuzos en las calles desprenden olor a chamusquina, choca el arte transgresor con el arte religioso, el canelazo corre por las venas de los que se adueñaron del micrófono en el karaoke.


La coincidencia más buena de todas fue la de encontrarnos con “los murcianos” (aunque sólo fuera uno de ellos el que le pone el nombre al grupo). Así el fin de semana ha estado amenizado a la española, que se echa de menos la sazón spanish! Cuenca rica.

También visitamos el Parque Nacional de Cajas, bonito paisaje, inhóspito y frío lugar. Este sí! A 3900 metros por encima del nivel del mar… Aguanté bastante la caminata alrededor del lago hasta que, al final, las escaleritas casi me hacen sacar los higadillos… Terminamos el paseo y llegó el momento de encontrar un bus que nos trajera de vuelta a Guayaquil. En medio de la carretera, con nuestras mochilas y el viento frío golpeando la piel. No había forma… Hasta que de repente, unos 35 minutos que pasaron lentamente, llegó un bus que tenía dirección Naranjal (hacia Guayaquil pe) y un sonriente guitarrista-mariachi (por el bigote) nos invitó a sentarnos y no preocuparnos. Él nos indicaba la parada y el bus que tomar para ir a Guayaquil.


Suerte.

viernes, 13 de julio de 2012

España tiembla, España llora.



Los recortes, la vergüenza.
Los mineros, la lucha.
Los antidisturbios, los secuaces.
Los antisistema, los cracks.

Y cada vez crecen más, todos: recortes, antidisturbios y antisistema. En la época en que los antisistema  eran puros radicales, se oía de ellos: estos perroflautas nada más que quieren destruir el mundo. Pero que inconsciencia, que incoherencia!

Señores, ustedes, los líderes, los poderosos, Rajoy, Andrea… Sois vosotros los que estáis destrozando lo poquito que nos queda, lo poquito que se había conseguido con esfuerzo y sangre de algunos. Ustedes, voraces verdugos, no tienen vergüenza, no tienen familia, no tienen sentido, incluso me atrevo a decir que no tienen derecho a vivir.

Estoy triste, preocupada, ansiosa. España arde, España llora, España tiembla. Pero está llena de valientes, de conscientes, de críticos, de responsables. Ánimo a todos queridos.
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He estado en Montañita. Aaai! Paraíso hippie/surfero/artesano/gringo… Una mezcla que asusta, que invade por dentro provocando una espiral que impide el regreso. Hay que ser valiente para salir, para decir adiós. Gente linda se ha cruzado en el camino, y eso da mucho gusto.   
Sigue la curiosidad, siguen los planes, sigue la vida, claro.
Además proyectos interesantes en la U, aunque  estoy... cómo decirlo diplomáticamente... me estoy sintiendo un poco violada en algunos momentos, uya daré más detalles.


¿Nuevos deseos, desasosiegos? 

viernes, 29 de junio de 2012

impresión.sensación

Puedo escuchar el sonido del mar desde mi cama, pero no es el mar, es el río. Y como esta, un millón de incoherencias me retumban en la cabecita. Son miedos, curiosidades, desafíos. Adelanto ahora mismo que todo lo que cuento y siento: como sabéis; está impregnado de mi visión, mi visión "afortunada" y occidental (muy a mi pesar, y a pesar de mis esfuerzos para que no sea así) y curiosa y reivindicativa, pasional y sesgada.

Guayaquil, La Perla del Pacífico, tierra de revolución, ahora es una ciudad mansa. Fue la primera ciudad ecuatoriana en conseguir la independencia de España, "con dos cojones".  Puerto principal del país estuvo marcado, como es común en ciudades porteñas, por el aperturismo ideológico. Antes de llegar leía sobre  Guayaquil que era la ciudad más moderna de Ecuador y la más "progre" o liberal en términos ideológicos. Tengo la suerte de haber conocido a algunos de los que hacen que se saque esa conclusión de la ciudad, pero el estándar guayaquileño (a sabiendas de lo que significan este tipo de generalizaciones) no me parece para nada de ese tipo.  El alcalde de la municipalidad desde el año 2000 es Jaime Nebot, del Partido Social Cristiano, de tendencia conservadora y católica; cuenta con un gran apoyo ciudadano por haber puesto en marcha algunos proyectos. Entre otros, destacó la obra del Malecón 2000, suntuoso paseo marítimo por el que pasean los que pueden llegar hasta el. Por cierto, su hermano es mi vecino, vive en la casa de enfrente  y tiene dos carros: un mercedes y un BMW descapotable, eso es lo que sé de él. La parte buena de su presencia en nuestra calle es que tenemos seguridad privada en la mismísima puerta y en ocasiones es un alivio... Lo que de momento me está "matando" es el tema cultural... He conocido a un poeta, un fotógrafo, un longboarder, una bailarina de danza del vientre...; ecuatorianos todos.  He estado en un concierto de jazz, he ido a ver varias películas del ciclo Eurocine, en un rato me voy a teatro, el sábado es la marcha del orgullo (LGBT), he salido de fiesta claro (aunque todavía no he bailado salsa y lo necesito). Igual estoy exagerando con lo de que no es una ciudad cultural... Sólo llevo dos semanas aquí, párenme los pies, amigos, que me pongo brava.

Estos días, reflexionando con Pablo y Randall, pensábamos en lo bueno de salir de casa y de tener nuevas experiencias en nuevos lugares. Pero... Nosotros, afortunados, esto sí es un privilegio. Y me puse a pensar en los que dejaban sus casas y se embarcaban en grandes buques, exiliados, obreros, buscavidas, polizones. En mis vecinos senegaleses que dejaron su tierra y cruzaron el estrecho en cayuco. En los que se alejan de sus casas y nunca más pueden volver. En los exiliados ambientales, que han sufrido en sus tierras lo que los consumidores hemos provocado. He pensado en las mujeres rusas que aceptan un contrato pensado que tendrán un buen trabajo y no regresan, esclavas sexuales. En los trabajadores indios que construyen los oasis en Dubai, sin pasaporte para que no se marchen hasta que no terminen su tarea. En el tráfico y la trata de personas, en el llanto, la pena, la nostalgia del pasado que nunca más volverá.

¿Sería yo valiente entonces para emprender el viaje?


Mando esta vez la chispa que inicia el debate, y también besos, muchos besos.

miércoles, 20 de junio de 2012

Guayaquil

Escribo desde mi nueva ciudad. Ahora sí, "asentada". Todavía tengo la maleta abierta encima de la cama de al lado que está vacía... Creo que no voy a poner las cosas en el armario y hay dos razones que me invitan a ello. Primero el miedo a las raíces, a establecerme, centrarme. Y segundo las polillas, que habitan a sus anchas, compañeras de cuarto. Sí, "mis queridísimas amigas las polillas".

Hemos encontrado casa en Las Peñas. El barrio "bohemio"-gringo de la ciudad. Está formado por mil casitas de colores que iluminan el Cerro Santa Ana, coronado por el faro. Reconozco que todavía no he tenido valor para subir los 410 escalones que me separan de la cumbre. Lo hice una vez, en 2009, acompañada de mi Sophie. Pero ahora que vivo aquí me voy a dar un tiempo. Los guayaquileños dicen que ya llega el invierno, con la friolera de una mínima de 15 grados, cuando repunta el frío ecuatoriano. Así que esperaré hasta encaramarme al faro.
El señor Artur's nos alquila una casita económica a la orilla del rio Guayas. Tiene vistas magníficas, aunque el río esté contaminado... Puedo escuchar el sonido del vaivén de las olas desde mi incómoda cama, mientras me pican los mosquitos, que se están cebando con mi sangre fresca. Parece malo, pero no lo es. ¡Hasta los mosquitos son bienvenidos!

Escribo animada, recién llegada de dar una charla en la universidad Casa Grande. Nos han invitado para explicar la situación de España. Me ha gustado dar información sobre la crisis, para que sepan aquí lo que pasa allí. Hemos tenido la oportunidad de hablar sobre las respuestas a la crisis: 15-M, claro. Nos han escuchado con los ojos atentos y curiosos. Por un momentito han dejado sus blackberrys y se han interesado por el movimiento de la sociedad española. Okupación. Flipan con lo que pasa en "la madre patria". Y no es para menos... Suerte que estáis todos vosotros al pie del cañón, en movimiento, y consiguiendo que las cosas se muevan.

 Mando besos, cariños y energía. Estoy cerca en la distancia, y ustedes lo saben bien.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Llega el final


Tiempo sin escribir, y me he dejado muchas cosas por contar.


Visité Tarapoto, Yurimaguas y Moyobamba. Me deleité con los ricos tacachos con cecina de la selva, me bañé en agua helada en las cascadas de Lahuarpía, observé a zarandeantes colibrís, olí dulces y coloreadas orquídeas, bailé reggaetón pegajoso en las afueras de la ciudad, fumé puchos Caribe y a ratos cuidé a un bebé grande. También pasé por Huaraz, con sus cerros imperiales, sus lagunas de agua cristalina, sus antiguos vestigios chavín, sus chullos luminosos. Además probé un chifa increíble (¿?), me reí con los de siempre, y entraron en mi vida nuevas amistades, sudé cómo hacía tiempo que no sudaba para subir la Laguna 69, pero llegué y me sentí orgullosa de mi físico (jaja). Para terminar, semana final en Paracas, buen rollo, sol, amor, artesanía, tranquilidad, palabras bonitas, oídos atentos, la brisa del mar…



Ahora me queda pensar en una conclusión final, una idea que cierre un periodo, unas palabras para decir adiós, una mirada que explique lo que siento. Son demasiados los agradecimientos que tengo que dar, demasiados “abrazos rotos”, mucha gente importante que se queda en mi corazoncito. Han pasado cosas buenas (buenazas!) y cosas no tan agradables. Ha habido momentos de ternura, de pasión, de tranquilidad, de llanto, de amor y des-amor, de amistad intensa, de confianza mutua. Tengo demasiados nombres en mi mente, un gran batiburrillo, un exceso de emociones, el corazón late fuerte y nervioso; pero… un-dos-tres-chás.




Os quiero.

Perú, creo que me tendrás aquí otra vez, cuando el viento sople en esa dirección.