martes, 24 de julio de 2012

Cuenca tiene flow.


Santa Ana de los ríos de Cuenca llevó el nombre de Guapondelig en la etapa preincaica, un nombre cañarí que significa: “llanura amplia como el cielo”. Y eso es Cuenca, una imponente llanura, que se encuentra cerca del cielo, a 2550 metros por encima del nivel del mar aproximadamente. Además hemos tenido la suerte de disfrutar de un cielo despejado, azulito, conmovedor. Y de un sol fuerte que aunque se sienta rico me ha hecho sufrir, como de costumbre me hace el sol cuando pica.

Cuenca, en la Región Interandina de Ecuador, en la provincia de Azuay, me recuerda a España. Con sus calles agitadas, y bares llenos. Es una ciudad limpia, dicen que es la ciudad con el mejor nivel de vida de todo Sudamérica. Es una ciudad rica en cultura, la Atenas del Ecuador, repleta de arte urbano, museos, iniciativas artísticas, bares, buena música. Pero su historia deja bien claro el paso de grandes civilizaciones que marcaron el desarrollo de esta bonita ciudad. Las Ruinas de Tomebamba dejan al descubierto las tres grandes etapas, antes de la actual: la etapa cañarí, la etapa inca, y la etapa colonial. Una de las cosas que choca es la gran diversidad: las cholitas pasean vendiendo panela, los modernos gafapasta buscan farra en la Calle Larga, algunas familias de gringos han hecho suya la ciudad, los puestos de chuzos en las calles desprenden olor a chamusquina, choca el arte transgresor con el arte religioso, el canelazo corre por las venas de los que se adueñaron del micrófono en el karaoke.


La coincidencia más buena de todas fue la de encontrarnos con “los murcianos” (aunque sólo fuera uno de ellos el que le pone el nombre al grupo). Así el fin de semana ha estado amenizado a la española, que se echa de menos la sazón spanish! Cuenca rica.

También visitamos el Parque Nacional de Cajas, bonito paisaje, inhóspito y frío lugar. Este sí! A 3900 metros por encima del nivel del mar… Aguanté bastante la caminata alrededor del lago hasta que, al final, las escaleritas casi me hacen sacar los higadillos… Terminamos el paseo y llegó el momento de encontrar un bus que nos trajera de vuelta a Guayaquil. En medio de la carretera, con nuestras mochilas y el viento frío golpeando la piel. No había forma… Hasta que de repente, unos 35 minutos que pasaron lentamente, llegó un bus que tenía dirección Naranjal (hacia Guayaquil pe) y un sonriente guitarrista-mariachi (por el bigote) nos invitó a sentarnos y no preocuparnos. Él nos indicaba la parada y el bus que tomar para ir a Guayaquil.


Suerte.

3 comentarios:

  1. ha sido todo un placer encontrarnos con vosotros y conocer esos dos españoles tan enrollados de Guayaquil, nos vemos pronto amigos.

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  2. Se siente rico leerte y viajar " un poco " contigo... Prima linda valiente te quiero

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  3. Qué gusto leerte, me estoy imaginando tus viajes con un brillo y unos colores increíbles.

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