Desde lejos, me sentí orgullosa de formar parte de ese GRAN país, ahora unido por una GRAN causa. Sentí furia, sentí rabia; por no estar ahí con los míos, por no poder luchar desde dentro. Por primera vez, grité un coro a favor de España, algo que siempre me había avergonzado un poco, no por el hecho en sí, sino más bien por a lo que suele asociarse muchas veces. Y ahí estaba yo, delante de la Embajada de España en Lima, coreando en grupo después de haber inventado el lema: España, amiga, todo el mundo te anima. Mucha gente y muy buenas propuestas. A veces ambiguas o poco descritas; sí, es verdad; pero estudiadas y trabajadas en asambleas formadas por todo tipo de gente. Hubo muchos que quisieron tachar al movimiento de perrofláutico, pero sólo hizo falta echar un vistazo entre la multitud, para darse cuenta de que esas tachas tan sólo fueron una manipulación mediática; otra más, no me sorprende, pero me indigna. Y es que ya son demasiados los motivos que indignan, las razones para el hartazgo, la desesperanza reinante, el miedo a no querer formar parte de esto.
La queja popular surge entorno a la mala gestión de la crisis. Crisis generada por el sistema capitalista, crisis que tiene como origen la fraudulenta e ilegal actividad de bancos y arcas públicas de los estados. Crisis que sólo ha puesto en el ojo del huracán a los débiles, a los inocentes, a los que se esfuerzan y luchan día a día. Crisis que ha dejado unos índices de desempleo elevados y duraderos; crisis que sólo ha servido para agrandar la brecha entre norte y sur, entre pobres y ricos, entre dominantes y dominados; una vez más. La respuesta popular ha sido clara y contundente: esto NO puede seguir así, el sistema se cae por su propio peso, es necesaria una revisión del funcionamiento del mundo, nosotros podemos apuntar más alto porque esto no es lo que nos prometieron de la “venerada democracia”. De hecho, no pensamos ser un rebaño de ovejas que asiente sin reflexionar, de hecho, sabemos que esto no es democracia. Pero lo que más preocupa es si “ellos” lo saben, si es que los que “dominan” el mundo tienen problemas conceptuales de tal magnitud, si ellos son los que no han leído a Platón, si es que en el fondo los que “tienen” el poder son los más incultos, los menos sabios, los menos capaces. Y la preocupación se torna certeza cuándo ineptos de la talla de Felip Puig, o Strauss-Kahn, o Gadafi, o Botín (y ese larguísimo etcétera) están por ahí liderando el mundo (aunque con suerte a algunos les van sacando sus trapos sucios a relucir); y mientras, arrestan a los indignados, y Assange tiene una orden de arresto domiciliario por supuesto acoso sexual.
El mundo al revés, el mundo a “sus” pies.
jueves, 16 de junio de 2011
sábado, 11 de junio de 2011
Paracas y Huacachina.
El último plan tuvo lugar en el paraíso. Mis acompañantes: David, Daniel y Antti, muy buena compañía.
Salimos el jueves 2 de junio en la mañana temprano. Conmigo viajaba, además, una intensa migraña (¿o mejor llamarlo simple y llanamente resaca?). El tramo de autobús se me hizo corto, seguramente porque todo el rato fui durmiendo; pero cuando llegamos a Pisco mi cabecita ya estaba lúcida. Conocimos a Johnny justo bajando del autobús, ¡un gran tipo! Nos llevó a conocer la Reserva Nacional de Paracas. Después de seguir un camino largo de color amarillo pálido, aterrizamos en la luna. Un sinfín de cráteres grisáceos y amarillentos ante nuestros ojos atónitos. Caminamos largo rato, paseamos por las playas desérticas de Yumaque y Supay, a lo lejos contemplamos “La Catedral”, una formación natural de roca que contuvo una gran bóveda subterránea hasta que en el año 2007 el fatídico terremoto la desplomó. Después estuvimos en el pequeño pueblo de Paracas, un rinconcito acogedor y tranquilo, aldea de turistas y pescadores; y conocimos al apuesto “Franco-el-artesano”. Además degustamos una magnífica sopa de cangrejo y también un riquísimo ceviche mixto (ñam.ñam). A la mañana siguiente un pequeño barquito nos llevó a inspeccionar las Islas Ballestas. Allí se encuentran varios deleites para el ojo humano. Primero la formación de El Candelabro, un geoglifo de 120 metros, que parece tener una estrecha vinculación con las Líneas de Nazca. Después su enorme cantidad de flamencos, pelícanos, cóndores, gaviotas y pingüinos de Humboldt. Éstos son los artífices del famoso guano, que es la acumulación masiva de excrementos, que ha sido una importante fuente de riqueza en el pasado debido a su utilización como fertilizante agrícola. Y por último los señoriales lobos marinos que descansan en las rocas. Me enteré de que son animales con costumbres arabescas ya que el señor lobo cuenta con un harén de unas 18 señoras lobas para disfrutar a su antojo.
El segundo destino fue Huacachina, para ello: taxi hasta la carretera central, espera en la polvorienta vía acompañada de risas con los niños curiosos que salían del cole, autobús hasta la estación central de Ica, taxi hasta el destino, por fin llegada al mágico pueblo de la Huacachina. Se trata de un pueblito construido alrededor de una laguna y unas palmeras que forman un oasis natural. Todo lo que rodea a Huacachina es la inmensidad del desierto con sus gigantescas dunas. Aterrizamos en un bonito hostal de mochileros, el Bananas, que a nuestra llegada nos anunció que en hora y media salía la excursión al desierto: bien, estamos listos para la acción. La actividad más famosa es el sandboard, para ello se viaja a todo gas por las dunas en un carrito muy gracioso llamado boggie. Así, el boggie se sitúa en la cima de la duna y desciendes en picado y a toda velocidad por la arena; y entonces te viene a recoger. Son unas 10 bajadas, que van incrementando su altitud, Antonio el guía nos comentó que la última es un descenso de 500 metros. Cuando estaba en lo alto de la última bajada, miré al horizonte y me entró un pequeño ataque de pánico-vértigo; pero no había otra opción que deslizarse, ¡bendita sed de adrenalina que puede con todo! Noche de fiesta en buena compañía con otros errantes, diversión asegurada con el juego del rey e indignación ante ebrios viajeros procedentes de Holanda. Despertar en el oasis es un gusto para el cuerpo, hamacas listas para volver a tumbarse deleitando el paladar con un rico desayuno y un buen libro para la mente cansada pero curiosa. Visitamos la ciudad de Ica en la tarde, un lugar ensordecedor, movidísimo, lleno de vida y color, y olor a anticucho. Compramos películas fake en una de las múltiples tiendas de “venta de descargas ilegales”, si la Ministra Sinde lo viera se desmayaría de la impresión. Después búsqueda de ron en las tiendas, debido a la ley seca por elecciones fue un poco difícil, pero ya se sabe: los gringos no tenemos que votar, no vamos a molestar a nadie!
Llegó el último día del viaje, despertar, disfrutar de los últimos rayitos de sol y correr a la estación central de Ica para tomar el autobús que nos dejaría en Chincha. Esa parada tiene razón de ser, ya que decidimos parar en algún lugar para almorzar y conocer un poquito más. Chincha es la capital de la música afroperuana, pero en pleno auge de elecciones y a las dos de la tarde fue imposible dar con un concierto… Caminamos para ver aquello que es lo que antes de viajar al Perú te imaginas. Cierto desorden y caos en Chincha. Comimos por 5 soles un magnífico menú en un sitio cutre, alejado del centro, pero riquísimo y regentado por personas increíblemente amables. Aquí es cuando me empezó a invadir la sensación de que el viaje terminaba. Final de trayecto en autobús hasta Lima y llegada a casa, cansadísima pero contenta de conocer un poquito más este ALUCIANTE PAÍS.
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