Monterrey es una ciudad calurosa, muy calurosa. Por lo menos en verano. Tenemos aproximadamente unos 35 grados de media, y el calor se pega al cuerpo; y es imposible sacárselo de encima. La humedad del ambiente moja la piel.
Los olores son fuertes, los puestecillos de comida mexicana son abundantes y los meseros (camareros) tan amables que dan ganas de darles un beso antes de irse del lugar.
La música ranchera y norteña suena, sobretodo por la noche, despedida de antros (discotecas), bares, restaurantes y fiestas varias. Algunos hombres llevan sombrero, cómo los llevó Pancho Villa. Las mujeres viven para la moda, están infashion, se maquillan y decoran; hasta cierto punto que a veces da vergüenza pasar a su lado.
Aquí el ambiente sigue siendo "machista". Ellos dicen que es cuestión de amabilidad, de respeto, de educación. Y para según que cosas nos está trayendo muchas ventajas. Dos ejemplos: el otro día compramos dos garrafas de 20 litros de agua (el agua no es potable desde que el huracán Alex movió las tierras hace pocos meses, llevándose por delante a millones de chavolas; cómo siempre los perjudicados son los que menos opciones tienen para salir hacia delante). Amalia y yo caminábamos a las 4 de la tarde con un calor infernal, llevando cada cual una garrafa entre nuestras manos. No podiamos más cuando, un hombre con una furgoneta se paró y exclamó: ¿Cómo puede ser que nadie las haya ayudado hasta ahora? Así que subió las garrafas a su camioneta y nos acompañó a casa. Otro ejemplo: nos han prestado unos muebles hasta que nos vayamos, para que podamos hacer nuestras largas tareas en un escritorio. Así, nos dejaron las mesas y las sillas en la puerta de casa; y vivimos en un segundo piso. Los vecinos muy amablemente nos subieron las mesas hasta la casa, las entraron en las habitaciones y las acomodaron en el lugar que nosotras habíamos decidido. Pesaban unos 100 kilos más o menos, así que ese favor no lo hace cualquiera.
La religión es uno de los pilares que rige a toda la sociedad, es normal escuchar expresiones cómo: "que nuestro diosito nos oiga" o cosas parecidas. Resulta que se han quedado con la religión traida por los españoles en la época de la colonización. Son radicales con eso, critican la llegada de los españoles como el mal más grande de la historia mexicana (además de la dictadura de Porfirio Díaz), pero sin embargo, se han aferrado tanto al catolicismo que consideran que eso no es "español", sino un signo de identidad propia. (y pienso para mis adentros... pues vaya, se han quedado con lo peor!)
Monterrey se conoce como la ciudad de las Montañas, está rodeada de cerros y sierras (los más famosos el Cerro de la Silla y la Sierra Madre). Es bonito echar un vistazo alrededor y ver las cimas abriéndose paso arriba en el cielo. Suelen estar difuminadas por la niebla (y también por la contaminación, es una ciudad MUY industrializada).
Los habitantes de aquí son conocidos por su afición empresarial, por sus habilidades comerciales y mercantiles. Llamados regiomontanos y tachados de "codos" (tacaños en castellano). Me recuerda un poco a la visión de los catalanes en España, y entiendo a los regios cuando dicen que ellos no lo son, igual que cuando yo digo que a pesar de ser catalana tampoco soy tacaña. Supongo que en el fondo tenemos bastantes cosas en común.
Parece una ciudad de Texas, bastante influida por la cultura estadounidense, que no reniega de ello; sino que se siente orgullosa de su gran parecido con la "gran potencia mundial". La cultura TexMex ha calado fuerte.
Y de momento, ese es un adelanto.
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