jueves, 9 de agosto de 2012

ISLA ENCANTADA DE PUNÁ


La Isla de Puna me dejó serena, con su silencio, sus paisajes, sus oasis, y su linda gente. Sólo fue una noche, un fin de semana. Cuatro personas: Leo, Emma, Pablo et moi. Experiencia paradisíaca en la isla encantada de Puná.

Llegamos a Posorja para cruzar en  lancha a la isla. Posorja es una parroquia rural del cantón de Guayaquil, puerto pesquero que acoge una gran industria atunera y camaronera, principalmente. Se pueden ver barcos inmensos que salen por el Golfo de Guayaquil, con rumbo a cualquier parte del mundo, exportadores. Además se concentra  ahí una gran fábrica de atún, y con eso existe una gran contradicción (creo haber escuchado que el atún Isabel es  ecuatoriano, pero que como lo compran al vacío sin procesar, cuando llega a España y se enlata, se pone en ésta: atún español; aunque no lo sea… {acepto críticas}). Además de barcos gigantes también hay delfines, que nadan por las aguas del golfo, y tuvimos la suerte de verlos desde muuuy cerca; lindos cetáceos! J También navegamos surcando la orilla de la Isla de los Pájaros, diversos: pelícanos, patas azules, picudos… Preparamos una hoguera estupenda a la luz de las estrellas y Leo tocó su ukelele, cantamos canciones, y disfrutamos mucho del silencio.

Fue linda la llegada, el lugar, la comida, ¡qué relajo!  Nos recibieron en Estero de Boca, una de las cuatro comunidades de la isla. Las que más suerte han tenido son Bellavista y Cauchiche, que han recibido subvenciones del gobierno para construir algunas instalaciones necesarias como un puente para poder cruzar los esteros que separan a los pueblos de la playa. Así, Estero de Boca ha tenido que luchar contra viento y marea. Primero fueron el papá y mamá de Gladys Vera los que sacaron todo adelante, 12 hijos y fuerza y energía para seguir y no abandonar su querida Isla. Ahora, Gladys es la presidenta de la comunidad, ella salió de la isla para estudiar pero regresa todos los fines de semana para ir mejorando las cositas que le hacen falta a su querida comunidad. Nos invitaron a ver sus tierras, camaroneras, como un oasis en medio de un desierto. Conocimos a toda la familia, desde la abuelita de 92 años hasta Madeleine de unos 6. Brindamos con pilsener y comimos rico, en su finca preciosa. Las fiestas de la isla son el 21 de noviembre, si todo va bien, allí estaremos para celebrar que todavía queden lugares y personas tan lindas.




Hoy debía empezar el gran viaje de dos semanas, la exploración aventurera de la costa ecuatoriana. Pero al final no será hoy, sino dentro de una semana justamente, ni más ni menos. Algunos imprevistos, usuales en estas tierras, nos recomiendan que nos quedemos para no dejar a medias nuestra tarea. Así sea.




Saludos, besos, abrazos.